Lanzarote fue la primera isla canaria en
la que penetraron y se asentaron los navegantes
europeos en su intento de colonizar el
Archipiélago canario. Desde aquí partieron, a su
vez, las operaciones para conquistar otras islas.
Los primitivos pobladores guanches llamaron a
Lanzarote Titeroy-Gatra, una isla que estuvo
habitada desde el periodo Neolítico. Los orígenes
de los guanches no están claros, aunque es probable que se instalaran en las Islas Canarias en
los siglos I-II a. C. desde el Norte de África.
Los romanos bautizaron a Lanzarote con el nombre de Purpuraria, debido a la abundancia de orchilla, un liquen del que se extraen sustancias colorantes.
Comerciantes genoveses, mallorquines, catalanes, castellanos y portugueses empezaron a realizar viajes a las Islas Canarias desde finales del siglo XIII. Así, entre 1320 y 1339, el navegante italiano Lancelotto Malocello alcanzó con sus naves las costas de Lanzarote, isla a la que bautizó con su nombre. Posteriormente llegaron otros exploradores - Tegghia (1341), Ruiz de Avendaño (1377), Peraza (1399) - que entablaron contacto con la pacífica población guanche, dedicada al pastoreo, la pesca y el cultivo de cebada y trigo, que después tostaban y molían para elaborar la harina de gofio.
En el siglo XV un barón francés, Jean de Bethencourt, abandonó su alcázar de Normandía y se dirigió a las Islas Canarias. El año 1402 Bethencourt sometió al jefe o mencey Guardafia y conquistó Lanzarote. Para retener su derecho de ocupación, buscó la protección del Rey Enrique III de Castilla a cambio de rendirle vasallaje, con lo que la isla se convirtió en la primera del Archipiélago anexionada al reino castellano en régimen de señorío.
En los siglos XVI y XVII Lanzarote fue repoblada por castellanos, andaluces y otros peninsulares, que configuran la base de la actual población. De la civilización guanche, que fue casi aniquilada tras la conquista del caballero normando Bethencourt, sólo quedan algunas palabras y numerosos topónimos. Los antiguos aborígenes residían en poblados de construcciones al aire libre como se puede observar hoy día en el asentamiento de Zonzamas, cuyas excavaciones han permitido recuperar abundante información sobre la cultura de los majos.
Debido a su particular configuración geológica, la naturaleza en Lanzarote es espectacular. Las plantas y animales se han adaptado a estas condiciones especiales. Aparte de los líquenes que tapizan las coladas de lava, el símbolo vegetal de la isla es la tabaiba dulce arbusto que puede superar los 2 metros de altura aunque la única formación de árboles destacable es el palmeral de Haría. Por lo que respecta al reino animal, destacan el diminuto cangrejo ciego que habita en la laguna de agua salada de Los Jameos del Agua y el lagarto de Haría. Lanzarote es también un punto de paso obligatorio para una gran variedad de aves migratorias, además de albergar en sus aguas una extraordinariamente rica fauna marina.
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